lunes, 1 de agosto de 2011

Marta y su cuento inventado

Marta era una pequeña niña que fantaseaba con su entorno, vive con su padre en una antigua pero robusta casa de madera, Marta se pasa los días mirando por su ventana y fantaseando con muchas y divertidas historias que su mente genera.

La casa de marta está situada una explanada de campo, cerca de el pasa un pequeño arroyo, hay árboles frutales y muchas flores de colores, la casa de Marta esta situada en el interior de un pueblo que da al mar, ese pueblo tiene un faro brillante que gira todas las noches para que los barcos no pierdan su rumbo, tambien tiene una plaza enorme con muchísimos bancos de piedra donde Marta pasa grandes horas ideando historias y entre otras cosas, un gran campo de girasoles donde corre en sus ratos con un molinillo de papel simulando que es un avión...
Por la noche, era Marta la que le contaba los cuentos a su padre para que se durmiera, sin duda, le apetecía ser un poco inagotable.

- Papá hoy te voy  a contar el cuento de la mariposa y la oveja.

En un prado muy lejano y en una época muy antigua, vivía un rebaño de ovejas, cercadas por una gran valla de madera blanca, las ovejas siempre tenían una misma rutina, se levantan, pastan y se acuestan, una de ellas, era diferente a las demás, no físicamente, pero si en conducta, hacía cosas particulares que la hacía especial. Esa oveja miraba a la misma roca todos los días, por que veía a un pequeño gusano que todas las mañanas salía a que le dieran los primeros rayos del sol, le encantaba darle los buenos días, pero algo en el gusano no iba bien, no se sentía del todo contento, le faltaba algo, añoraba algo...

la oveja le hacia compañía, le daba animos y dejaba que se subiera en su lomo para darle paseos por toda la pradera... el inviernon pasó, y la primavera, y el verano...

una mañana la oveja se acercó a la misma piedra, y no vio al gusano, día tras día buscandolo y no lo encontró, en su lugar, un capullo hecho con un hilo blanco y resistente. La oveja creyó que no lo vería más, así que siguió pastando con las demás ovejas.

El otoño llegó y el capullo se movía, agitando los hilos y haciendo un silbido grande, la oveja levantó su cabeza y se acercó... El capullo se fué rompiendo poco a poco y salió una mariposa preciosa. La Oveja y la mariposa se reconocieron, como una especie de impronta, la mariposa por fin había encontrado lo que le faltaba, las alas, unans bonitas alas de color violeta, ya se sentía libre, podía volar y llegar hasta el final del arco iris, por un momento la oveja la miró y penso que sería de ella sin las largas charlas en la roca con los rayo del sol... 

La mariposa voló al otro lado de la valla, la oveja la miró, agachó la cabeza y siguió pastando...

-¿papá? preguntó Marta...

el padre se había quedado dormido agarando la mano de la pequeña Marta, Así que Marta arropó a su padre y se recostó a su lado, Marta se sentía feliz de haber compartido ese momento con su padre y ella sabía que a su padre también, por que a pesar de haberse quedado dormido, su cara dibujaba una gran sonrisa...


2 comentarios:

  1. Entrañable de esos que pueden leer niños y grandes. Cortito y fácilmente entendible. Me ha gustado mucho. besos

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  2. Los cuentos no son sólo para los niños, igualmente pueden y deben disfrutarlos los mayores, estimular la imaginación debe ser una obligación para todos. buenas noches.

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